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Una historia de entre miles que sucedieron y suceden a diario en nuestros campos

Una historia de entre miles que sucedieron y suceden a diario en nuestros campos.

Hace 24 años atrás, José, era un productor de 33 años, que vivía con su esposa y dos hijas, en el campo familiar, al norte de la provincia de Santa Fe. Eran días de mucha ansiedad y alegría, ya que su esposa estaba cursando el octavo mes de embarazo de quien sería su primer hijo varón.

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Martes 27.11.2012
"La desgracia no quebranta al hombre valiente."
Séneca (2 AC-65) Filósofo latino

Dentro de las numerosas experiencias enviadas a , resalto esta, que cuenta Nicolás, diciendo "quiero aportar mi granito de arena para que nadie pase por esto que pasamos mi padre y mi familia".

Hace 24 años atrás, José, era un productor de 33 años, que vivía con su esposa y dos hijas, en el campo familiar, al norte de la provincia de Santa Fe. Eran días de mucha ansiedad y alegría, ya que su esposa estaba cursando el octavo mes de embarazo de quien sería su primer hijo varón.

Sus 250 hectáreas estaban destinadas a la lechería, cría de ganado y algo de agricultura. Como siempre todas las mañanas con su hermano buscaban fardos y con la moledora, preparaban el alimento para los animales. La máquina era relativamente nueva y tanto él como su hermano tenían una larga experiencia en las actividades rurales. Como tantas veces había sucedido anteriormente, un fardo se trabó, y como otras tantas veces, con el pie José intentó hacerlo pasar.

Pero algo fue diferente esta vez y la pierna, quedó atrapada en la moledora. De no ser por la rápida reacción de su corpulento hermano, que lo levantó, la máquina hubiera "tragado" toda su humanidad.

Fue rápidamente llevado para su atención al pueblo más cercano y de allí a la ciudad de Rafaela, donde lo operaron, estando internado durante varias semanas, hasta el alta sanatorial. Como resultado de este accidente, José perdió su pierna izquierda.

Al volver a su casa, muchos fueron los cambios que debieron aplicar a nivel familiar y laboral. Sus hijas debieron ir a vivir con su abuela al pueblo, ya que la llegada del bebé y el cuidado de José, eran tareas muy demandantes para una madre que hacía muy poco había dado a luz. Todas las tareas productivas fueron asumidas por su hermano, quien doblegó esfuerzos para que la producción siga adelante. La contratación de un empleado ayudó a cumplir con las tareas diarias.

La colocación de la prótesis ortopédica, permitió que José comenzara a movilizarse y así hubo una reestructuración de todo el funcionamiento de la producción rural, pasando a realizar tareas livianas, más relacionadas a la gestión y administración.

Si bien José tenía una obra social, que respondió adecuadamente a los gastos sanitarios, también hubo muchos otros que no fueron cubiertos por la misma ya que no era su obligación. A estos gastos, hubo que sumarle otros relacionados con la contratación de empleados temporarios.

Cuando había que realizar tareas y no había otra opción, José se las ingeniaba para hacerlas él. La invención de mecanismos caseros para poder seguir manejando la maquinaria agrícola, fue un desafío muy grande para José y su hermano. Muchas horas de taller para poder encontrar la manera de seguir haciendo lo que mejor sabía hacer: producir.

El esfuerzo personal y familiar hicieron posible seguir adelante con su campo, aunque hubo momentos donde parecía que alquilar o vender su parte e irse a vivir al pueblo, era lo más conveniente.

Su hijo Nicolás hoy tiene 24 años y es un flamante ingeniero agrónomo recientemente recibido de una facultad estatal, de gran nivel académico. Desde que empezó a estudiar, se interesó por difundir la historia de su padre, a la vez que quiso conocer más profundamente acerca de los accidentes agropecuarios, como prevenirlos, que hacer ante ellos, etc. Lamentablemente descubrió el poco espacio e interés existentes en esta área de la producción agropecuaria.

Coincidimos con Nicolás, en que hay que sumar a las distintas instituciones y organismos que son parte de la producción rural, la manera de estudiar, investigar, promocionar y capacitar en salud, higiene y seguridad rural. De esta manera tendremos productores, trabajadores rurales, sus familias y comunidades produciendo alimentos de manera segura, sostenible y sustentable.

Este papel debe ser asumido por instituciones oficiales y académicas (universidades, escuelas, etc.), acompañados por entidades gremiales, agrupaciones de productores, cooperativas, obras sociales relacionadas al sector, colegios de profesionales, etc. Sin dejar de lado a las empresas del sector quienes por su responsabilidad social, deben participar activamente en la protección de su activo más importante que son los clientes o sea los productores.

Dr. Marcos Grigioni
Agromedicina-Cuenca Rural

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