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Lesiones oculares en terneros con queratoconjuntivitis infecciosa bovina infectados experimentalmente y en forma natural con Moraxella bovis

Este trabajo buscó (i) caracterizar las lesiones oculares de la queratoconjuntivitis infecciosa bovina (QIB) y su evolución, en animales bajo diferentes condiciones de infección y (ii) investigar la presencia de Moraxella bovis ß hemolítica y/o HVB-1 en ojos con lesiones y sanos.

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Jueves 20.10.2011El trabajo se dividió en: Ensayo 1(E1): dos grupos, G1a 14 terneros sanos en contacto con 4 inoculados experimentalmente y G1b 12 terneros sanos en contacto con 4 infectados naturalmente; Ensayo 2(E2): G2 72 terneros expuestos a la infección natural. Se identificaron el tipo y grado de lesión ocular y su evolución. Se investigó la presencia de M. bovis y/o HVB-1 en secreciones oculares y la cinética de anticuerpos contra HVB-1. Se analizó finalmente la ganancia de peso diaria en animales del E1 comparándolos con animales sanos bajo condiciones de alimentación y manejo similares.

Los 4 terneros inoculados desarrollaron QIB. La severidad máxima en el promedio de los animales se presentó en la 4ª semana post -desafío (spd) (G1a) con úlceras 2 mm y/o queratocono, en la 2 ª spd (G1b) con úlceras 3 mm, y a los 30 días pd (G2) con lagrimeo, conjuntivitis y opacidad corneal.

Las lesiones más severas ocurrieron en el G1b durante la 2ª y 3ª semana de su desarrollo, pero las mismas curaron más rápidamente que en el G1a. En el G2 las lesiones fueron leves y crónicas. La ganancia de peso diaria fue mayor en el G1a y en el grupo de animales sanos respecto de G1b. La incidencia acumulada fue de 13/14 (G1a), 12/12 (G1b) y 42/72 (G2). Concluimos que los resultados del E1 podrían reflejar la evolución de la enfermedad y las pérdidas en un brote severo sin tratamiento y los del G2 el comportamiento de la enfermedad durante épocas de menor incidencia de QIB.

Introducción

La queratoconjuntivitis infecciosa bovina (QIB) es una enfermedad contagiosa que afecta los ojos del bovino, causada por Moraxella bovis, bacteria que es trasmitida por contacto directo y vectores mecánicos (1,2,3). Los bovinos representan el único reservorio natural conocido de M. bovis y podrían mantener la bacteria durante el invierno y ser fuente de infección para animales más jóvenes durante el verano (4).

Branhamella ovis es también citado como productor de QIB clínica, especialmente en animales jóvenes (5).

Las cepas piliadas de M. bovis son las únicas capaces de causar infección (6). M. bovis posee dos tipos de pili denominados I y Q, pudiendo presentar pequeñas variaciones antigénicas según la cepa bacteriana. Nuevos tipos de pili emergentes, reaccionan débilmente contra anticuerpos producidos hacia las cepas clásicas presentes en las bacterinas, lo que determinaría una débil capacidad de estimular una respuesta inmunitaria (7,8). Otros factores involucrados en la virulencia de M. bovis podrían ser la presencia de una toxina dermonecrotizante y la capacidad de producir hemolisina (9).

A pesar de existir diferentes mecanismos de protección ocular, algunas cepas de M.bovis pueden superarlos. Cuando esto sucede, los primeros signos se observan entre los 3 y 5 días posinfección e incluyen: epífora, blefarospasmo, fotofobia e hiperemia conjuntival. Luego pueden aparecer úlceras corneales que progresan hasta alcanzar 5-20 mm de diámetro. Se pueden observar también iridociclitis, hipopión y queratocono y la recuperación del ojo comienza con neovascularización corneal centrípeta (7, 9, 10). La terapia antibiótica no asegura ni la curación clínica ni la eliminación del agente en los portadores (11,12). La detección temprana de animales con signos de QIB, su aislamiento del rodeo y el control de los insectos vectores son de gran importancia. Antes de tomar medidas es necesario conocer la enfermedad, identificar las lesiones provocadas por M.bovis y prever la evolución probable del brote dentro del rodeo.

En Argentina, a pesar de la amplia distribución de la QIB, hay pocos estudios descriptivos del desarrollo y evolución de las lesiones luego del inicio de un brote.

Teniendo en cuenta la importancia de estos conocimientos, se plantearon para este trabajo los siguientes objetivos:

  • Caracterizar las lesiones oculares en la QIB y su evolución en terneros bajo diferentes condiciones de infección: experimental y brote natural.
  • Investigar la presencia de M. bovis â hemolítica y/o Herpesvirus bovino tipo 1 en ojos con lesiones y ojos sanos en ambos grupos de animales.

Materiales y Métodos

El trabajo abarcó dos ensayos:

a) Ensayo I: Se realizó en la E.E.A. INTA Balcarce (10/03/99 a 19/05/99). Se utilizaron terneros Aberdeen Angus y A.A. x Hereford de 5-8 meses (100-150 kg. de peso), desparasitados al comenzar el ensayo y vacunados según un plan tradicional, los que permanecieron en dos potreros con una carga de 2 animales/ha., con base forrajera de: festuca, rye grass y trébol blanco.

Inoculación experimental: se utilizó una cepa de M. bovis â hemolítica y hemaglutinante. Se recolectaron las colonias de las placas de agar sangre con un hisopo embebido en solución fisiológica estéril. Se inocularon cuatro terneros sanos y negativos al aislamiento de M. bovis. El inóculo se depositó sobre ambas córneas sanas. Inmediatamente después de inoculados los terneros se unieron al grupo de contactos (GIa). La inoculación se repitió a los 7 y 14 días siguientes.

Contactos: se conformó un grupo de 14 terneros (GIa), sanos y negativos al aislamiento de M. bovis, que fueron expuestos al contacto con los terneros inoculados.
Infección natural: de un grupo en estadío inicial de un brote natural de QIB, se seleccionaron 12 bovinos (GIb) sanos y negativos al aislamiento de M. bovis. Los mismos fueron puestos en contacto con 4 terneros del mismo lote con lesiones de QIB y positivos al aislamiento de M. bovis.

b) Ensayo II: Se realizó en el establecimiento "Arroyo Grande" ubicado en el partido de Mar Chiquita (14/04/99 a 22/07/99) que al comenzar el ensayo se encontraba en estadios iniciales de un brote de QIB. Se formó un grupo de 72 terneros A.A. (GII) de 6-8 meses (150-200 kg. de peso), clínicamente sanos. Los cuales fueron incorporados a un potrero en el que se encontraban terneros con lesiones de QIB (40% del total de grupo formado) y aislamiento de M. bovis â hemolítica. Los animales tuvieron el mismo tratamiento sanitario que los del Ensayo I y permanecieron en potreros con avena con una carga de 5 a 7 animales/ha.

Observaciones clínico patológicas: se realizaron en el Ensayo I: semanalmente durante 60 días, y en el Ensayo II: quincenalmente durante 90 días consecutivos. Las lesiones oculares se evaluaron mediante una modificación de la clasificación de Jackson (1953), incluyéndose la categorización de las lesiones en fase involutiva (tabla 1).

Ganancia de peso: al comienzo y al final del Ensayo I todos los animales fueron pesados y se comparó el peso promedio con terneros sanos bajo similares condiciones de manejo.

Esquema de muestreos: en los grupos GIa y GII: fueron hisopados al azar el 10% de los animales sin lesiones y cada animal que se observó con lesiones nuevas de QIB. En el grupo GIb: se realizaron hisopados oculares antes de comenzar el ensayo sobre animales con infección natural comprobando la presencia de M. bovis hemolítica. Se utilizaron hisopos
embebidos en solución fisiológica estéril para el aislamiento bacteriológico y medio Hanks para el transporte de los hisopos para aislamiento viral. De todos los animales se obtuvieron muestras de suero para determinar el título de anticuerpos contra HVB tipo I.

Resultados

A. Inoculación experimental: todos (4/4) los terneros inoculados desarrollaron la enfermedad, 3 con lesiones bilaterales.
En la 1ª semana postinoculación 2 animales presentaron lesiones de grado 1 en ambos ojos. En la segunda inoculación experimental los 4 terneros presentaron lesiones en al menos uno de sus ojos, alcanzando en un animal un grado 3 y en otros dos un grado 2. Las lesiones de mayor grado se presentaron en las semanas 6ª y 7ª postinoculación, a partir
de la 8ª semana postinoculación comenzó la resolución de las lesiones.

B. Desarrollo de lesiones: en el GIa durante la 2ª semana postdesafío (spd) el grado de las lesiones fue de 1,5 ± 1,1 que corresponde a una QIB clínica leve, caracterizado por lagrimeo, nubes corneales y/o conjuntivitis. El pico de lesiones se presentó en la 4ª spd alcanzando un grado de 2,5 ± 1,7 representado por úlceras de hasta 2 mm de diámetro y/o queratocono. Hasta la 8ª spd la enfermedad se mantuvo por encima del grado 2,0 Luego, el grado de lesión disminuyó lentamente lo que estaría indicando la curación clínica (Figura 1).

Cuando se analizó individualmente cada nueva lesión, en todas se observó inicialmente: lagrimeo, conjuntivitis y nubes corneales, (lesiones grado 1,5).

Entre la 3ª y 4ª semana de evolución de toda lesión nueva, los animales presentaron las lesiones más severas, alcanzando un grado 2,3 ± 1,7 con úlceras de hasta 2 mm de diámetro. A partir de este momento las lesiones evolucionaron hacia la curación. En la 10ª semana de evolución de toda lesión nueva se observó una reactivación que igualó el grado presentado en las semanas 3ª y 4ª (Figura 2). En 5 de los ojos afectados (5/21) hubo lesiones de grado 4 y 5.

GIb: el grado de lesión alcanzó un máximo de 3,3 ± 1,3 en la 2ª spd, que corresponde a una QIB clínica severa caracterizado por úlceras mayores de 3 mm de diámetro. Luego hubo una declinación hasta la 5ª spd; en ésta y durante la 6ª spd hubo un recrudecimiento de la enfermedad que alcanzó un grado de 2,3 ± 1,3. A partir de allí, la expresión de la enfermedad clínica declinó hasta la curación con la formación de cicatriz y nube corneal al final del ensayo en la mayoría de los animales (Figura 1). En cada nueva lesión, los primeros signos de QIB clínica fueron erosiones o úlceras de hasta 2 mm de diámetro, grado 2,6 ± 1,1. Luego se inició la curación, la que se completó alrededor de la 10ª semana, quedando lesiones de grado 1,0 ± 1,4, (Figura 2). Del total de ojos afectados en 9 (9/20) se observaron lesiones de grado 4 y 5.

GII: el grado de lesión alcanzó un máximo de 1,0 ± 1,0 a los 30 días post-desafío (dpd), (QIB clínica leve); esta situación se mantuvo hasta los 60 dpd y luego se observó una tendencia hacia la resolución.

Si se excluyen los animales que presentaron solamente lesiones de grado 0,5, apreciamos que se presentó un pico de lesiones a los 30 dpd, que alcanzó un grado de 1,7 ± 1,1 el cual representa la presencia de nubes corneales y algunos animales con erosiones y/o úlceras que no superan los 2 mm de diámetro.

Seguidamente, la enfermedad clínica declinó pero presentó otro pico (igual al anterior) a los 60 dpd. Por último, la enfermedad declinó hasta curar (Figura 3).
En cada nueva lesión, los primeros signos de QIB clínica fueron lagrimeo y nubes corneales persistentes (Figura 4). Si excluimos los animales que presentaron solamente lesiones de grado 0,5, se observa al comienzo que la enfermedad alcanzó un grado 1,7 ± 1,1, con animales con lagrimeo, nubes corneales y conjuntivitis. La resolución de cada lesión comenzó los 30 días de evolución completándose entre los 70 y 90 días.

Del total de ojos afectado en 1 (1/42) se observó lesión de grado 4.

C. Aislamiento bacteriológico: en la tabla 2 se presentan los resultados de las muestras obtenidas para aislamiento bacteriológico.

En la tabla 3 se presentan los resultados de la hemaglutinación realizada a 6 cepas de M. bovis aisladas de animales del grupo. El grado de hemaglutinación disminuyó a medida que el factor de dilución aumentó. Estos resultados fueron obtenidos sin considerar la concentración bacteriana inicial.

D. Aislamiento y serología viral: no se aisló HVB 1 de los hisopados realizados (GIa y GII), ni hubo títulos significativos de anticuerpos contra HVB 1 (todos los grupos).

E. Ganancia de peso: en la tabla 4 se presentan loa resultados de las ganancias de pesos.

F. Datos epidemiológicos: en las figuras 5 y 6 se presentan las incidencias (nuevos casos/población total) parciales y acumuladas para cada uno de los grupos. Con respecto a las lesiones bilaterales en los grupos GIa, GIb y GII, se presentaron 6/13, 8/12 y 22/42 para cada grupo respectivamente. En ninguno de los grupos hubo animales con pérdida total de la visión.

Discusión

En este trabajo se caracterizaron las lesiones oculares en la QIB y se estudió su evolución en condiciones de infección experimental y de brote natural. La información más detallada provino de los grupos observados semanalmente. Esto se debería a que en los primeros 7 a 15 días de la enfermedad es cuando se producen los cambios patológicos más importantes; luego las lesiones pueden resolverse o volverse crónicas con cambios menos notorios (2,7).

La cepa utilizada para la inoculación experimental conservó una elevada virulencia provocando los signos típicos de QIB severa en los 4 terneros inoculados.
Sin embargo, otras reproducciones de QIB con M. bovis en terneros han tenido resultados variables, no habiendo sido siempre posible obtenerla. Se ha sugerido que los factores de virulencia de M. bovis podrían perderse en repiques sucesivos in vitro, en almacenamiento en nitrógeno líquido o en la inoculación en animales de laboratorio, entre otros (1).

Todos los grupos de ensayo desarrollaron las lesiones más severas entre la 2ª y 4ª spd, luego las lesiones curaron con distinta velocidad según el grupo. Otros autores encontraron las lesiones máximas en el transcurso de la 6ª spd (13). Las distintas condiciones ambientales o diferencias en la susceptibilidad de los animales podrían explicar esta disparidad.

Entre los animales del ensayo I, a pesar de encontrarse bajo influencias ambientales similares (época del año, alimentación, manejo) y provenir del mismo rodeo, la severidad de las lesiones fue diferente. En el grupo GIb el pico de lesiones fue más alto y se produjo antes que en el GIa. La prevalencia de lesiones de grado mayor que 1,5 a lo largo del ensayo, también fue mayor en el grupo GIb. Cada nueva lesión individual fue más
intensa en el GIb durante la 2ª y 3ª semana de su desarrollo, pero a su vez las mismas curaron antes que en el grupo GIa. Estas diferencias indicarían que en ambientes similares la enfermedad puede expresarse de diferentes maneras. A pesar de desconocerse el genotipo de las cepas utilizadas en cada grupo, las diferencias en su procedencia y expresión de virulencia, podrían sugerir una patogenicidad diferente. En nuestro país se ha citado la existencia de distintos serotipos de M. bovis en una misma región, aunque sin referencias en cuanto a su virulencia (14).

La menor incidencia y gravedad de lesiones (leves y crónicas) en el GII, podrían deberse al momento del año, con menos insectos vectores y radiaciones UV, factores que promueven la difusión y severidad de la enfermedad respectivamente (2,15,16). A pesar de ello, durante el ensayo hubo nuevos animales con lesiones. Las nubes corneales fueron las lesiones más frecuentes en este grupo y a partir de ellas se aisló M. bovis â hemolítica; esto sugiere la persistencia invernal bajo esta forma hasta el verano otoño en donde la enfermedad se expresa con mayor severidad.

Las tasas de aislamientos de M. bovis â hemolítica concuerdan con las de otros en los cuales la recuperación fue menor en otoño e invierno (15). Esto podría obedecer a una reversión de la bacteria a una forma no hemolítica, hecho no investigado en este trabajo ya que sólo fueron seleccionadas cepas con â hemólisis.

Los resultados de la hemaglutinación deberían ser tomados igualmente con cautela dado que la concentración bacteriana inicial no fue estandarizada y que ajustando la misma en 108 UFC/ml. se observaron diferencias (datos no presentados). La capacidad hemaglutinante de M. bovis está relacionada con la presencia de pili (17,18). A pesar de que las cepas evaluadas en este trabajo resultaron hemaglutinantes son necesarios más ensayos para determinar la relación entre el grado de hemaglutinación, la cantidad de pili y la virulencia de la bacteria.

El aislamiento de B. ovis en un animal del GII con lesiones severas, debe interpretarse con precaución ya que existen controversias en cuanto su poder patógeno en bovinos. Algunos lo consideran limitado; otros en cambio, consideran que es capaz de producir una queratoconjuntivitis clínicamente indistinguible de la producida por M. bovis (19,11).

La ausencia de aislamiento viral y los bajos títulos de anticuerpos neutralizantes encontrados en los dos ensayos indican que la infección por HVB tipo I no fue concomitante a la infección con M. bovis. Aunque no se hallaron descripciones de brotes naturales en la que ambos agentes estuvieran presentes, se cita la acción predisponente del HVB tipo I, especialmente con el uso de vacunas a virus vivo modificado (20, 21). La disminución de la ganancia de peso es una de las principales causas de pérdidas atribuíbles a la QIB. (6,22,23). En nuestro caso, las diferencias en ganancia de peso diaria se observaron sólo en el grupo GIb, donde hubieron las lesiones más graves y el mayor número de animales con lesiones bilaterales, observación que concuerda con la de otros (24,25,26).

La incidencia de QIB en los grupos del ensayo I fue alta si la comparamos con la de animales no estabulados (8) pero similar a la de otros ensayos con animales confinados en corrales y en estrecho contacto (27). Posiblemente la mayor tasa de contacto en los animales del ensayo I, debida a la reunión semanal para revisación clínica y muestreo, hayan jugado un papel importante en el contagio.

Conclusiones

1. La inoculación experimental en terneros resultó exitosa.

2. Fue posible caracterizar lesiones oculares en terneros con QIB adquirida en forma natural y experimental.

3. En animales con lesiones clínicas de QIB no siempre fue posible el aislamiento de M. bovis â hemolítica.

4. El HVB tipo 1 no fue un factor predisponente para el desarrollo de QIB.

5. Si bien los resultados del ensayo I son difícilmente extrapolables a condiciones de campo, orientan sobre cómo la enfermedad podría evolucionar en condiciones favorables para su desarrollo y nos aproximan a las pérdidas que se podrían esperar en un brote severo de QIB sin tratamiento.

6. Los resultados del GII podrían reflejar el comportamiento invernal de M. bovis en establecimientos en los cuales los brotes de QIB se repiten anualmente.


A. FIORENTINO*, M. PERALTA*, A. ODEÓN*, R. MALENA*, R. BOWDEN**, F PAOLICCHI*.

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